La
distinción que establecimos desde la perspectiva
histórico-genética entre los tres modelos
presentados nos resulta útil para poder definir
con mayor precisión el significado "comité
hospitalario de ética" que queremos desarrollar
y construimos sobre el concepto "comité ético-praxiológico".
Porque es la consideración de estar comisionado
para una toma de decisiones éticas que envuelve
en su praxis hechos y valores, o conceptos científicos,
reglas técnicas e ideas filosóficas, la
que rescatamos.
Esa comisión o delegación que recae en el
comité surge a propuesta de una persona o un grupo
pero en cualquier caso ha de ser el hospital por una u
otra vía quien delegue esa función. Téngase
en cuenta que un comité de tipo jurídico-científico
deontológico-técnico está remitiendo
a uno u otro orden externo (estados, colegios, asociaciones,
etc.), mientras el CHE aparece, aquí, como la "conciencia
de la institución".
La definición de Cranford y Doudera" de estos
comités como "grupo multisciplinario de profesionales
de atención de la salud dentro de una institución
de salud que tienen específicamente establecido
el dirigir los dilemas éticos que ocurren dentro
de la institución", puede ilustrarlo.
Nuestro concepto aparece aún más claro si
frente a las opciones deontológica o jurídica
destacamos la ética. Esto expresa, como bien señalara
Gracia Guillén la necesidad de los CHE de contar
con un metodología de análisis del problema
moral al que se abocan. Para este autor, las fases de
dicho método son:
1)
primera valoración del problema,
2) análisis de la corrección del acto,
3) análisis de la bondad del acto,
4) toma de decisiones.
Para
Kiéffer, a su vez, el método se puede ordenar
de la siguiente forma:
a)
planteamiento del problema,
b) identificación de los cursos alternativos de
acción
c) análisis de las consecuencias de cada vía
de acción,
d) ordenación de los valores existentes,
e) selección basada en el análisis.
Otros
autores presentan otros métodos. En cualquier caso
y para esta torea surgen como herramienta útil
los protocolos de ética clínica entre los
que se encuentra el Protocolo de Bochum. No se trata por
tanto de la aplicación de normas morales ya establecidas
y orientadas fundamentalmente al proceder con decoro profesional,
ni tampoco de la observancia atenta a las consecuencias
jurídicas derivadas de un quehacer científico
temerario, sino de una verdadera "producción"
ética,
Pero también decimos que los CHE son eminentemente
praxiológicos y, no científicos o técnicos,
porque su centro de gravedad se ubica en la consideración
de los múltiples aspectos puestos en juego en el
momento de la acción y la toma de decisiones. Este
es el punto, creemos, donde cabe preguntarse: ¿cuál
es la ética de un CHE?. Y donde ineludiblemente
abordaremos aspectos metaéticos. Así, teniendo
en cuenta que estén representados todos aquellos
involucrados en el dilema ético, para Bertomeu
es posible esbozar una ética de la comunicación
en el sentido de Apel y Habermas que excluya los intereses
estratégicos de una negociación entre las
partes para abrir paso a una verdadera producción
moral. Para ello resulta necesario que, pese a cualquier
objeción, los filósofos puedan entrar a
los hospitales y, salvar la seriedad y el rigor del debate
moral entre los profesionales de la salud y los legos,
a la vez que, como adelantara Toulmin, puedan salvarse
ellos mismos. La ética clínica, en cualquier
caso, requiere de un especial entrenamiento.
Pero
aún teniendo esto en cuenta es necesario señalar
el carácter multidisciplinario de los CHE frente
a un comité de expertos (en el comité jurídico-científico)
o de notables (comité deontológico- técnico).
Asimismo, las funciones serán mucho más
variadas ya que la existencia de cualquier conflicto de
valores puede convocar a un CHE, mientras que los otros
dos tipos de comité tienen problemáticas
más acotadas.
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