Después
de trabajar durante seis años en el proyecto de
desarrollo, de los comités hospitalarios de ética
en nuestros países, hoy podemos observar los resultados
de ese intento con sus logros, problemas y fracasos. En
primer lugar cabe señalar lo que pudo avanzarse.
Si medimos los resultados por el número de comités
existentes ahora y en 1989 es claro como hemos dicho al
principio que hemos logrado avanzar no sólo en
Argentina sino también en otros países.
El reciente surgimiento de un grupo multidisciplinario
de alta calidad en el Hospital Hermanos Amieijeiras de
Cuba puede ser el mejor ejemplo de que se continúa
creciendo bien en este empeño.
Pero también puede prestarse atención al
nivel de las discusiones en las reuniones educativas que
hemos mantenido a lo largo de estos años y sin
duda alguna que ha habido un favorable cambio sustancial
en el estado de los conocimientos sobre estos temas así
como en el interés sobre los mismos, que permite
entrever el paso de una etapa "voluntarista"
hacia otra más "disciplinar".
Los comités en sí mismos han mostrado importantes
avances. La función que más y mejor han
desarrollado ha sido la educativa. Aunque es difícil
medir los resultados en este campo, si tenemos en cuenta
al menos el número de conferencias y cursos organizados,
así como el número de participantes profesionales
y del público en general que han asistido, se ha
visto una creciente actividad. Igualmente auspiciosa ha
sido la capacitación en estos años de los
miembros de los comités a través de su participación
en diversas convocatorias realizadas. Los problemas para
el crecimiento de los comités han sido muchos.
Las resistencias a la plena instauración de los
mismos ha sido importantes por varias razones.
Hay hospitales que han rechazado la creación de
lo que han supuesto como un espacio de discusión
del ejercicio del poder institucional.
Por otro lado, se han podido detectar precauciones de
los profesionales ante alguna iniciativa orientada a la
creación de los comités en diversos hospitales
de un sistema de salud, acaso temiendo que estos organismos
se convirtieran en una especie de control burocrático.
En otros casos los médicos han intentado predominar
sobre los otros miembros y "cerrar" el comité
para no exponer problemas considerados "internos".
Algunos comités se han visto expuestos, también,
a la ilusión de poder cambiar más de lo
que concretamente está en sus manos poder hacer.
Una diferencia notable se ha visto entre los diversos
comités según el equilibrio en la composición
de los mismos. Cuando ha predominado la presencia de profesionales
de la salud los comités toman un sesgo más
orientado hacia la toma de decisiones que hacia la reflexión
misma. Esto cambia sin embargo cuando científicos
sociales y eticistas equilibran con sus puntos de vista
y aportes conceptuales las diversas funciones de los comités.
En este sentido, así como la figura del abogado
ha sido esencial para esclarecer los problemas en su perspectiva
legal, los psicólogos y psiquiatras esclarecen
muchos aspectos de la problemática subjetiva de
los pacientes, y los filósofos ayudan a tener un
manejo riguroso del lenguaje normativo y la justificación
moral de las decisiones. Otros problemas no menos importantes
de estos comités han sido la precipitación
para la resolución de casos cuando el grupo aún
no estaba capacitado; la falta de claridad en los objetivos
y la debilidad del vínculo con la dirección
o con la institución en su conjunto.
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