De
pronto la Ética, en este cierre del siglo XX, se
ha convertido en la disciplina filosófica privilegiada;
tanto como en un punto de vista infaltable cuando de política,
economía, sociedad, o cualquier otro tema se trate.
Es que hoy más que nunca sabemos que "el conocimiento
es poder" (Bacon) y que éste desarrollo tecnológico
mediante se ha vuelto mucho más fuerte en cualquier
punto de la cultura donde opere.
Esto no significa que nos hemos vuelto más "éticos"
precisamente la preocupación teórica por
esa disciplina, indica más una falta y una búsqueda
casi angustiante, que aquel equilibrio virtuoso admirado
desde los griegos.
Los cuatro materiales que a continuación ofrecemos
enfocan desde diferentes ángulos- el problema ético,
en relación con esta revolución científico-tecnológica.
Eduardo Azcuy pensador y poeta- plantea un "Juicio
ético a la modernización tecnológica.
"Comienza señalando la peligrosa deshumanización
y uniformidad de las culturas que ésta trae aparejadas,
para intentar reorientar ese proceso de cambio a través
de lo que él denomina "la actualización
creativa". Ésta es la contracara del "modernismo
mimético" y una opción positiva frente
al conformismo y la resignación.
De su lado Armando Poratti nos replantea "La eticidad
de los pueblos", como ingrediente íntimo e
inextirpable en cualquier proceso histórico y civilizatorio.
Remontándose
al concepto de comunidad y ampliándolo incluso
al marco internacional, finca en los valores que ésta
expresa la "posibilidad, para este mundo planetario,
de superar el horizonte ontológico y fáctico
de la nihilidad".
Seguidamente Nerva Rojas Paz vuelve sobre las relaciones
siempre conflictivas entre "Ciencia, cultura y ética
planteándolas esta vez en relación directa
con los valores de la Modernidad y las prácticas
consecuentes en el mundo de la técnica.
Advirtiéndonos sobre los riesgos que ello supone,
apuesta sin embargo a la posibilidad de una integración
armoniosa: "No es lícito ni valioso negar
el bloque la tecnología. Más aun si ayuda
a un estar bien. Sí se impone evitar que el mundo
del cálculo invada el de la meditación,
que supone el ejercicio de la libertad y el señorío
del mundo ético ".
Finalmente Adolfo Sequeira recogiendo también la
impronta de un pensar poético nos habla "Sobre
imágenes y aparatos". Reclamando una vez más
para el hombre la posibilidad de decisión, ínsita
en el ejercicio de su libertad, lo exhorta a su vez a
ejercerla respecto de la técnica y sus productos.
Única forma en que "aquella compulsión
a disponer de su libertad se tornaría, como corresponde,
en un ejercicio gozoso de su vocación".
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