Entre
los años 1983 y 1985 la «American Hospital
Association's National Society for Patient Rcpresentation»
realizó una encuesta sobre los hospitales que habían
creado comités de ética. El 59% de los hospitales
americanos los tenían funcionando. En el año
1985 los tenían el 67% de los hospitales docentes
y de éstos el 86% eran comités establecidos
con un promedio de 7 reuniones anuales y el resto eran
comités creados Ad Hoc. Se debe a los hospitales
con más de 500 camas el incremento de comités
de ética asistencial en los últimos años.
Maryland, en el año 1987, fue cl primer estado
que decretó la obligatoriedad de instaurar en los
hospitales los CEA «patient advisory committees».
Los temas más tratados por los comités son:
normativas sobre reanimación; continuación
o no de respiración asistida u otras formas de
soporte vital a los pacientes; muerte cerebral; consentimiento
informado; investigación en humanos; docencia de
bioética y metodología en la toma racional
de decisiones.
No es ajena a esta expansión la participación,
a veces excesiva, de los tribunales de justicia norteamericanos
en la resolución de conflictos bioéticos.
Esto no puede extrapolarse a otros países, incluyendo
la Gran Bretaña. A pesar de ello, las denuncias
que han originado esta participación revelan, ante
todo, la negativa de la sociedad en dejar en manos de
los médicos determinar todos los aspectos relacionados
con la salud, la enfermedad, la calidad de vida o el proceso
de morir. La revolución del paciente frente al
paternalismo médico ha comenzado a dejarse sentir
en todo el mundo occidental.
Esta revolución tiene como aspecto positivo, la
mayoría de edad en la relación médico-paciente
y como aspecto negativo el fácil recurso a los
tribunales.
Nuestro país ha comenzado ya a seguir, lentamente
el camino hacia una mayor madurez en la relación
médico-paciente. Aumenta el número de médicos
convencidos de que hay que informar correctamente al paciente
cuyas preferencias en el tratamiento hay que escuchar.
Lamentablemente el camino de la denuncia fácil
a los tribunales también ha comenzado. Creemos
que se requiere un esfuerzo conjunto entre los organismos
médicos y la judicatura para encontrar fórmulas
más adecuadas a las existentes para la resolución
de conflictos bioéticos.
En todo caso estamos convencidos que los CEA tienen un
papel importante a jugar en d momento actual de la medicina
española, no sólo para resolver conflictos
asistenciales sino para ayudar a establecer y esclarecer
lo que desde siempre se ha llamado lex artis que no puede
quedar atenazada por el miedo ni dictada por los tribunales.
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