Las
plantas aportan ya una enorme contribución a nuestro
surtido de productos agroquímicos y de productos
químicos refinados, como los perfumes y aromatizantes.
El 25% de todas las recetas de medicamentos son extractos
de plantas. ¿Por qué, entonces, dedicarse
al cultivo de los tejidos, una actividad que requiere
una elevada inversión de capital, y que se basa
en complejas tecnologías?
El
doctor Michael Fowler, director del Instituto Wolfson
de Biotecnología de la Universidad de Sheffield,
una unidad especializada en el cultivo de tejidos vegetales,
explica el motivo: "La mayor parte del material vegetal
necesario para estos productos procede de plantaciones
a gran escala, situadas a menudo en climas tropicales,
y en regiones del mundo políticamente inestables.
Si a esto añadimos las irregularidades del clima,
la variabilidad de las cosechas, las posibles plagas de
insectos o de microflora a gran escala, y los períodos
generalmente largos que preceden al inicio de las cosechas,
no es difícil comprender por qué el cultivo
de células vegetales resulta una propuesta atractiva".
Pero a pesar de las atractivas ventajas que ofrece una
fábrica -entorno controlado, producción
regular y un tratamiento más fácil-, Fowler
opinaba que el cultivo de tejidos sólo es viable
económicamente para algunos productos caros; ciertos
alcaloides, los opiáceos, y algunos aromatizan-
tes y perfumes, que se venden aproximadamente a 250 libras
esterlinas el kilo.
Pero en algunos casos las ventajas comerciales de la fabricación
de fármacos por este sistema son considerables.
Los alcaloides de la vincapervinca -la vincristina y la
vimblastina, por ejemplo- son importantes agentes quimioterapéuticos
para tratar cánceres, como las leucemias y los
linfomas. Son derivados de las hojas de la hierbadoncella
de Madagascar (Catharanthus roseus). Según un informe
de la Oficina de Valoración Tecnológica
de los EE.UU., titulado Los efectos de la genética
aplicada, se precisan más de 2000 kilos de hojas
para producir un único gramo del alcaloide de la
vincapervinca, a un coste aproximado de 250 dólares
el gramo. El informe afirma que este cultivo de células
no sólo continúa sintetizando alcaloides
a un ritmo elevado, sino que incluso segrega el material
directamente en el medio de cultivo, en lugar de acumularlo
dentro de la célula, eliminando así la necesidad
de procesos de extracción a gran escala.
En último extremo, el cultivo de tejidos reduce
la dependencia de Occidente respecto de las materias primas
importadas de países políticamente inestables
del Tercer Mundo. Por ejemplo, otro producto farmacéutico,
la dios geneína, es la principal materia prima
en la producción de corticosteroides y de esteroides
sexuales, como los estrógenos y las progesteronas
empleados en píldoras anticonceptivas.
Las grandes raíces tuberosas de su planta original,
la Dioscorea, aún se recolectan con este fin en
las junglas de América Central, pero sus células
se han cultivado ya en el laboratorio, como un primer
paso para su producción sintética.
En 1984 había varios proyectos de este tipo en
marcha, en el Instituto de Biotecnología Wolfson,
Cadbury Schweppes, el fabricante de chocolate, financiaba
el cultivo tisular de aromatizantes de cacao. La empresa
no posee plantaciones y depende de los proveedores locales
de cacao seco, además de algunos suministros comprados
a bajo precio en el mercado mundial. El material recibe
a menudo un tratamiento poco adecuado, y la empresa quiso
mejorar el sabor de sus mezclas de cacao sin un gran coste
adicional, utilizando aromatizantes sintéticos.
Otro importante proyecto de este instituto era el cultivo
de Papaver somniferum, la fuente principal de la morfina,
y el cultivo de la conocida planta del tabaco. En Japón,
donde la tecnología aún está más
avanzada, se han cultivado células de tabaco en
recipientes de hasta 20.000 litros.
La idea de propagar plantas a partir de los cultivos de
las células en el laboratorio no es nueva. En la
década de 1930, después de veinte años
de investigación, los científicos consiguieron
cultivar tejidos y órganos vegetales.
Pero hasta fines del decenio de 1950, después de
descubrir las hormonas vegetales, las plantas no se pudieron
regenerar en su totalidad y sin problemas a partir de
un tejido cultivado, abriendo así las puertas a
una industria que hoy en día mueve millones de
dólares. Sólo en los Estados Unidos hay
programas de cultivo de tejidos para mejorar la calidad
de los espárragos, eliminar virus que atacan los
cítricos, y aumentar la resistencia general a la
enfermedad del café. (...)
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